Momoland - Romeos y Julietas - Wedding Planner

Leyre & Borja

“Tenemos un concepto diferente de como vivir la vida, en la que lo más importante es ser feliz y en la que todo es posible”.

Estas eran las primeras palabras  que nos escribieron Borja y Leyre por mail en su ” carta a los reyes magos”, así se titulaba.
Tanto él como ella, son personas poco comunes, nada más conocerlos nos dimos cuenta.
Su concepto sobre la vida nada tiene que ver con lo establecido, ni los convencionalismos.

Teníamos línea directa London-Spain, nuestro gran patrocinador “skype” nos lo hizo todo muy fácil, tanto, que era como tenerlos sentados en nuestro silloncito de la ofi.

Para entender esta boda, necesitamos describirles, y que los conozcáis un poquito.
Leyre es dulce hasta decir basta, siempre tan sonriente, las pequeñas grandes cosas le hacen ilusión y no le cuesta nada demostrarlo.  Borja es un entusiasta de la vida, tiene ese toque de humor inteligente y fácil al mismo tiempo, es súper expresivo. Le encantan los pollos (un imprescindible en su boda) y ver feliz a Leyre le hace sonreír.

Les gusta bailar muy mal y que la gente sea muy happy. Les gustan las historias con concepto, lo vintage, lo hermoso, los detalles “cute”, las flores, la música en directo.  Adoran probar cosas diferentes, viajar, todo tipo de comida que se come con palillos, tomar cervezas (Mahou) con los amigos.
Les gusta el pescado, Big Fish y La vida de Pi. Les gusta vivir la vida con magia y ver las cosas de otra manera.

Así es su mundo, y su propósito estaba bien claro: Regalar a sus invitados un ticket de entrada a MOMOLAND.  Una fiesta del amor sin precedentes, llena de sorpresas y donde todo puede pasar.
Llegó este proyecto a nuestras manos, y deseábamos compartirlo con ellos antes de conocerlos.
Momoland aún no existía, y ya teníamos ilusión por hacerlo realidad.

Empezamos a buscar espacios por diferentes ciudades. Y como quien busca, encuentra… nos topamos con Molino Tornero,  una finca con esencia del siglo XV, llena de encanto y con un toque muy mágico muy cerquita de El Escorial.

Teniendo el lugar, empezamos con las invitaciones. Borja se encargó de los diseños.
El niño pollo y la niña ardilla, representaban a Borja y Leyre, los protagonistas de una invitación XXL fuera de lo común, que daba pistas de lo que vivirían los invitados ese día.

En ella, una postal personalizada a nombre de “las hadas madrinas de Momoland” que servía para confirmar la asistencia. Aún recordamos como llegaba el cartero (con esa sonrisa de haberla leído) todas las semanas y nos las traía de diferentes países.

Welcome to Momoland

Recibíamos a los invitados con un pasaporte a Momoland.
Por toda la finca, había repartidas diferentes actividades, donde los recién llegados tendrían que cuñar su pasaporte, y solo pasando por todas ellas completarían su paso por este mundo mágico.

Tras una fresca limonada, empezaba la ceremonia de las velas. Creamos una escena bajo un camino de árboles repleto de lámparas de papel. Tras un rincón de palomitas y los asientos con cojines sobre balas de paja, pusimos la mesa de ceremonia en la que presidían un pollo y una ardilla sobre un libro, y una vela con forma de maletas.

El reencuentro de Borja y Leyre en la ceremonia fue tan emocionante como el beso final.
Las lecturas fueron emotivas, llenas de anécdotas que iban contando sus amigos y familiares sobre su bonita historia de amor. No faltó un toque de humor que tanto nos gusta.

Más tarde, en el cóctel empezaban las actividades; la mujer del futuro que tuvo un éxito rotundo,  el rincón del tiempo y el “libro de reclamaciones” más conocido como libro de firmas, en el que cada invitado rellenaba su ficha como “personaje del mundo de Momoland”.

Después del cóctel, los invitados se dirigían a la parte superior de la finca.
Para ello tenían que atravesar un camino de árboles: Ya os anticipábamos que en el mundo de Momoland todo es posible, así pues las hojas de los árboles contenían mensajes con frases bonitas.

Más adelante, creamos un pasadizo con ovillos de lana, una zona de sofás antiguos en plena naturaleza y un columpio lleno de hiedra donde columpiarse sin fin: estos fueron algunos de los photocalls donde los invitados posaban libremente.

La comida fue una mezcla de culturas excepcional, y la presentación creada al milímetro entre elefantes, sapos y plantas perfectas para este mundo.

Después de comer, pusimos en las mesas unas cestitas despertadores que sonaron todos a la misma hora. Dentro había una notita “si estoy sonando, acude a la zona de baile”. Allí les esperaban Borja y Leyre, quietos como estatuas, dentro de un círculo que hicimos con palomitas, y sonaba una melodía de caja de música antigua.
Fue uno de los momentazos más mágicos de Momoland y de la historia de Romeos y Julietas.
El baile junto al atardecer lo era todo. Una canción de alucine, ellos cantándose mientras bailaban, se quieren tanto…… que solo eso les hace felices.
Negar que lloramos muchísimo de la emoción, sería mentir.

La fiesta fue un punto y aparte.
Recreamos una escena árabe, llena de alfombras y pufs marroquís con cojines para descansar. El escenario era una jaima preciosa, coronada por un cartel luminoso de  Momoland donde un grupo de música en directo hizo bailar hasta el último ser vivo de ese bosque.

Poco a poco fue anocheciendo y las bombillas jugaron muy bien su papel, creando una atmósfera muy cálida. Antes de la cena árabe, empezamos a repartir a los invitados sarees (típico pañuelo árabe), explicando a la gente como se lo tenían que poner.
En este momento, empezaba la ultima actividad sorpresa de la noche; un baile bollywoodiense.

Así que contratamos a dos animadores expertos en este tipo de bailes, y les enseñaron una coreografía.
Bien es verdad, que días antes, Borja y Leyre habían estado ensayando este baile, para sorprender a sus invitados… Y entre luces y música nos despedimos de ellos.

Borja y Leyre nos contagiaron esta bonita locura llamada Momoland desde el minuto uno.
Antes de conocerles sentimos una ilusión tremenda por hacerlo realidad, y ayudarles a crear un mundo mágico… lo que no sabíamos entonces es que nos atraparía, y aunque han pasado ya varios meses queremos volver a Momoland porque lo echamos de menos. Porque sin duda, os echamos de menos momos.

Ha sido un placer gigante compartir ardillas y pollos, ovillos y flores, libros bonitos, colores a los que aún llamamos “rojo momoland”, invitaciones con guías para visitantes, postales que llegaban a la ofi para las “hadas madrinas”… Y canciones que aún nos emocionan.
Gracias por llegar a nosotras y dejarnos disfrutar de este mundo mágico juntos a vosotros.

 

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Fotografía by Momenta Bodas  , Flores by Vinca per Vinca , catering by La Mojigata .

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